Un 70% de las personas con diabetes tienen hígado graso

Un 70% de las personas con diabetes tienen hígado graso

Nuestro objetivo es mejorar la esperanza y la calidad de vida de los pacientes con diabetes.

Oviedo, 20 de abril.- El exceso de grasa en el hígado es un evento frecuente en las personas con diabetes. Lo cierto es que la gran mayoría de las personas con hígado graso tienen sobrepeso u obesidad, diabetes mellitus y/o dislipidemia (altos niveles de colesterol o triglicéridos). En el XXIX Congreso Nacional de la Sociedad Española de Diabetes se cuenta con la presencia de uno de los expertos mundiales más reputados en el manejo clínico del hígado graso no alcohólico (HGNA), el Dr. Kenneth Cusi, Jefe de la División de Endocrinología, Diabetes y Metabolismo de la Universidad de Florida (EE.UU.)

“El hígado graso es una de las complicaciones más habituales de la diabetes. Un 70% de las personas con diabetes tipo 2 tiene un hígado graso, lo que aumenta el riesgo de cirrosis, cáncer hepático y de enfermedad cardiovascular, entre otras enfermedades”, afirma el Prof. Cusi, que se muestra especialmente satisfecho por participar en este Congreso, “uno de los más importantes del mundo en habla hispana en el ámbito de la diabetes y que tiene un prestigio internacional incuestionable”.

Pero no solo 7 de cada 10 diabéticos presentan un trastorno de HGNA, sino que también se estima que 2 de cada 10 personas con diabetes muestran una fibrosis hepática muy importante, con alto riesgo de desarrollar cirrosis. La estrecha vinculación entre hígado graso y diabetes, según detalla el Prof. Cusi, “se explica sobre todo por la asociación que hay entre la diabetes y trastornos tales como la obesidad, la resistencia a la insulina y otros riesgos metabólicos”. Por lo tanto, “lógicamente la mejor solución para evitar esta correlación entre hígado graso y diabetes pasa por adoptar hábitos saludables para reducir la obesidad y el sedentarismo”, indica este experto.

Avances terapéuticos en HGNA
Pero, aparte de un buen estilo de vida, en los últimos años se han ido acumulando evidencias positivas sobre el efecto que pueden tener algunas terapias farmacológicas en el abordaje del HGNA. Así, por ejemplo, “la pioglitazona revierte el HGNA en un 60-70% de los pacientes”, asegura el Prof. Kenneth Cusi, quien resalta también una ventaja económica importante de este fármaco, y es que “en muchos países tiene un coste muy bajo por ser un genérico (en EEUU $5-15/mes)”.

Haciendo un paralelismo con un fármaco clave en la diabetes, el experto de origen argentino considera que “la pioglitazona va a ser para el HGNA como la metformina para la diabetes tipo 2: una medicación de “base”, a la cual se le pueden asociar otros fármacos en investigación”. Entre sus efectos adversos principales, se ha documentado que la administración de la pioglitazona ocasiona aumento de peso (2-4 kg) y edema (en 5-8%); se trata generalmente de eventos secundarios reversibles, si se disminuye la dosis o se discontinúa el tratamiento. 

Por su parte, la liraglutida también ha mostrado efectos positivos en el manejo del hígado graso en diabéticos. Y la vitamina E cuenta con resultados positivos en HGNA de personas sin diabetes.

Variabilidad glucémica y complicaciones en la diabetes
Otro de los expertos de referencia internacional que participa en este Congreso es el Dr. Irl B. Hirsch, profesor en la Universidad Washington Med Ctr-Roosevelt (Seattle), quien admite que “esta reunión es una oportunidad única para aprender sobre cómo las diferentes culturas manejan la diabetes, sobre cómo utilizan la tecnología disponible y sobre cómo las diferencias en el estilo de vida de las personas con diabetes impactan en los resultados de los tratamientos”.

En la conferencia de clausura el experto norteamericano revelará las implicaciones que tiene la variabilidad glucémica en la aparición de determinadas complicaciones de la diabetes. En este sentido, avanza, “aunque ya hay datos provocativos que apoyan la idea de que la variabilidad glucémica contribuye a la aparición de las complicaciones micro y macrovasculares, no disponemos aún de datos definitivos al respecto debido a la dificultad para diseñar estudios específicos en este ámbito”. La excepción son las consistentes evidencias disponibles sobre el impacto de la variabilidad glucémica en las complicaciones del embarazo, “donde los datos son convincentes”, asegura.

En cualquier caso, el Prof. Hirsch se muestra especialmente optimista por los avances registrados en el estudio y control de las habituales variaciones que se producen en los niveles de glucosa en sangre de las personas con diabetes. A su juicio, “cada día conocemos mejor por qué, cuándo y cómo se producen, en gran parte debido al empleo de la monitorización continua de la glucosa”; sin embargo, advierte, “esta tecnología se utiliza en sólo el 29% de nuestra población, según se desprende del T1D Exchange Clinic Registry”. Y es que, al menos en los Estados Unidos, “la hipoglucemia se ha convertido en un evento algo más visible, sobre todo gracias a la información que procura la tecnología de monitorización continua de la glucosa”.

Educación en diabetes
 Otra de las conferencias estelares del Congreso ha sido la pronunciada por Mercè Vidal, enfermera experta en diabetes y educación terapéutica del Hospital Clínic de Barcelona, realizando una síntesis de más de 20 años de programas de atención y educación terapéutica dirigidos a jóvenes con diabetes mellitus tipo 1 (DM1) trasladados de Pediatría a centros de adultos.

“Trabajar con programas de atención y educación terapéutica permite estandarizar los cuidados asistenciales y educativos de base para poder personalizar y pactar objetivos a nivel individual. Pero, además, evaluar estos programas permite objetivar resultados y modificar ciertos aspectos susceptibles de mejora”, indica esta experta, quien reconoce las dificultades particulares que presenta lidiar con la DM1 en un momento tan crucial de la vida como la adolescencia.

En el programa dirigido a jóvenes trasladados de centros pediátricos a centros de adultos, la concepción es similar en cuánto a la preocupación del joven y de los padres ante el cambio de centro y de profesionales. “Lo que cambia, fundamentalmente, es que algunos jóvenes empiezan a usar de manera más habitual tecnología en el tratamiento de su enfermedad”, resalta Mercé Vidal. En estos casos, los adolescentes comienzan a emplear  infusores de insulina y/o sensores de monitorización de la glucosa, utilizan Apps  para visualizar las descargas de los medidores de glucemia capilar, tienen la posibilidad de realizar visitas telemáticas con el equipo de atención…  

El reto es conseguir los mejores resultados de salud para los jóvenes con DM1. En palabras de Mercè Vidal, “los profesionales sanitarios debemos ser capaces de buscar la motivación y la implicación del joven en la autogestión del tratamiento”. En este sentido, informa, “en nuestra práctica clínica recientemente hemos introducido un nuevo aspecto, que es tratar de conocer la experiencia del paciente y familia previa al traslado y un año después de realizar el programa de atención y educación terapéutica en el nuevo centro de adultos”.

En todo este proceso el papel que juega el profesional de Enfermería es básico. “Trabamos con personas que tienen una enfermedad crónica donde la autogestión diaria del tratamiento y la adherencia asociada es fundamental”, afirma Mercè Vidal; sin embargo, según añade, “el éxito es fruto del trabajo en equipo”.

Todos los integrantes del equipo sanitario profesional deben estar implicados en la educación del paciente y de la familia, aunque “las enfermeras expertas en diabetes y educación  tienen más peso en el proceso educativo, así como la responsabilidad de evaluar los programas y plantear con el equipo estrategias de mejora”, concluye la enfermera del Hospital Clínic de Barcelona.

Archivos descargables

260418_093254_1924118515.pdf