Empatía, nuevas tecnologías y consejo individualizado, claves para mejorar la educación terapéutica en diabetes

Empatía, nuevas tecnologías y consejo individualizado, claves para mejorar la educación terapéutica en diabetes

Es la ciudad española designada para centralizar las principales actividades formativas, informativas y divulgativas

La educación terapéutica en diabetes es una asignatura pendiente en nuestro país, más aún cuando subsisten grandes diferencias en el acceso a estos programas en función de aspectos tan sutiles pero importantes como el lugar de residencia o el hospital al que se pertenezca. “A nivel territorial dentro de nuestro país, hay mucha desigualdad en el acceso a este recurso, asegura Silvia Rodríguez Rodríguez, enfermera del Hospital Universitario Mútua Terrassa (Barcelona), para quien “el aumento de personas con diabetes y la falta de profesionales de Enfermería en general, y formadas en diabetes concretamente, incrementa la gravedad de esta situación”.

 

Los expertos reunidos en el XXXIV Congreso Nacional de la Sociedad Española de Diabetes (SED) consideran imprescindible trabajar en colaboración para superar las barreras existentes en este ámbito, y mejorar así el acceso y la calidad de los programas. El objetivo es garantizar que las personas con diabetes reciban el apoyo y la atención que necesitan y puedan manejar de forma más efectiva su enfermedad.

 

Una mayor empatía, el buen uso y formación en tecnologías emergentes o atender a las particularidades que requiere la educación terapéutica en la mujer pueden contribuir a optimizar los resultados de estos programas. Y es que, a pesar de los esfuerzos realizados por la Sanidad en los últimos años para implementar programas de educación terapéutica, éste sigue siendo un reto pendiente.

 

Esto se debe a varios factores, según indica María Palacín Lois, profesora del Departamento de Psicología Social y Psicología Cuantitativa de la Universidad de Barcelona: “1) la educación terapéutica requiere una inversión importante de tiempo y recursos, sobre todo para diseñar y adaptar los programas a las necesidades de cada persona con diabetes y su enfermedad; 2) las dificultades asociadas a la comunicación y participación de la persona con diabetes, dado que pueden sentirse abrumadas o desmotivadas por la cantidad de información que deben aprender, o pueden tener dificultades para entender los conceptos médicos y las instrucciones; 3) los desafíos derivados de la evaluación y el seguimiento de los resultados, dada la dificultad para medir el impacto de los programas de educación terapéutica”.

 

De los obstáculos a las oportunidades

En lo que respecta a la falta de recursos y el bajo presupuesto destinado a la educación terapéutica en diabetes, la Prof. Palacín reconoce que muchos centros de salud y hospitales no tienen los recursos necesarios para ofrecer programas de educación terapéutica de calidad.

 

Pero también es un obstáculo la falta de conciencia y compromiso por parte de algunos profesionales de la salud con la educación terapéutica en diabetes. “A menudo, la atención medica se enfoca al tratamiento de la enfermedad y ‘olvida’ la educación y el empoderamiento de la persona con diabetes para a manejarla de manera más efectiva”, denuncia María Palacín, quien pide un esfuerzo extra de empatía.

 

La empatía es una habilidad crucial para optimizar la educación terapéutica, ya que permite a los profesionales de la salud comprender mejor las necesidades y preocupaciones de las personas con diabetes, establecer una comunicación efectiva y generar una relación de confianza”, asegura esta experta de la Universidad de Barcelona, que enumera otras muchas ventajas de fomentar la empatía en este ámbito: “- puede ayudar a los profesionales de la salud a comprender las barreras y desafíos que enfrentan las personas con diabetes en el manejo de la enfermedad, como la adherencia al tratamiento, la alimentación saludable y el ejercicio físico; – puede ayudar a adaptar los programas de educación terapéutica a las necesidades y preferencias individuales de cada persona con diabetes, en lugar de utilizar un enfoque genérico; – puede mejorar la comunicación entre los profesionales y las personas con diabetes”.

En definitiva, como defiende esta experta, “la empatía es clave para optimizar la educación terapéutica en diabetes.  Los profesionales de la salud que son empáticos y comprensivos pueden mejorar la calidad de la atención que brindan y promover mejores resultados de salud y calidad de vida. Como consejos prácticos, la Prof. Palacín aporta estos 6: “- escuchar activamente; – validar los sentimientos del paciente; – adaptarse a las necesidades y preferencias individuales: – utilizar un lenguaje comprensible: – evitar juzgar o culpar; – ser empático y comprensivo”.

Educación adaptada…incluso al género

Y es que, como señala Ruth Gaspar Lafuente, enfermera educadora de la Unidad de Diabetes del Hospital Universitario La Paz (Madrid), “no vale cualquiera para hacer educación terapéutica en diabetes. Por eso, aclara, “actualmente estamos dando pasos importantes hacia una formación mucho más reglada de las personas que realizan esta función y, sin duda, eso revertirá en una mejor calidad del trabajo realizado”.

Uno de los pilares sobre los que se asienta esta formación especializada es la necesidad de adaptarse a las necesidades individuales de cada paciente, “algo especialmente complejo de lograr en un sistema de salud donde la atención médica está fragmentada y la coordinación entre los diferentes profesionales no siempre es efectiva”, indica María Palacín.

En este contexto, resulta fundamental cubrir la brecha de género. Las mujeres tradicionalmente hemos recibido una peor atención en salud, tanto por cómo está planteado el sistema como por razones culturales, una situación de la que no ha sido ajena la atención en diabetes”, afirma Ruth Gaspar, quien admite algunos avances pero también déficits pendientes: “en los programas generales tenemos acciones de educación terapéutica concretos para situaciones específicas de la mujer (la maternidad), pero raramente trabajamos de forma transversal las particularidades de la mujer”.

Esto supone una gran merma en la eficacia de la educación terapéutica en diabetes, teniendo en cuenta las diferencias fisiológicas y psicosociales de mujeres y hombres. Por eso, como demanda la enfermera del Hospital Universitario La Paz, son necesarios programas de educación terapéutica que atiendan a estas diferencias, tanto con programas específicos para los aspectos biológicos diferentes como con enfoques educativos distintos para las particularidades psicosociales”.

Beneficios de las nuevas tecnologías y tendencias

Otra variable determinante a valorar para una optimización de los resultados de los programas de educación en diabetes es la creciente implantación de tecnologías. Según expone Silvia Rodríguez, la tecnología nos ayuda enormemente en varios aspectos de la educación en diabetes: puede hacerla más accesible y ahorra desplazamientos; la monitorización de glucosa y las plataformas de datos permiten individualizar aún más las intervenciones; las Apps móviles refuerzan la educación y mejoran la adherencia al tratamiento; y la gamificación aplicada al aprendizaje basado en problemas es una herramienta que tiene un gran potencial para motivar al paciente”

En un contexto en el que la tecnología busca automatizar todo lo posible las decisiones para aligerar el peso de la autogestión diaria de la diabetes, se esperan algunos cambios significativos en los programas de educación. Según vaticina Silvia Rodríguez, “la educación se centrará cada vez más en trabajar conocimientos, actitudes y habilidades para lograr no sólo un óptimo control glucémico sino mejorar la calidad de vida”. Respecto a las técnicas educativas, según esta experta, cada vez se tenderá más al concepto pedagógico de «flipped learning» o aprendizaje invertido«: se trata de proveer a las personas de los recursos de información o contenidos (conocimientos) para que puedan trabajarlos antes de las consultas, siendo éstas más aprovechadas para la solución de problemas y abordaje de actitudes y habilidades. 

Hacia el paciente tecnológico

Esto evidencia una realidad innegable: la tecnología avanza muy deprisa y hay que adaptarse rápidamente a los cambios, “lo que requiere mucho esfuerzo del paciente y de los profesionales, que precisan una formación continua y ayudar en el uso de nuevos dispositivos con un proceso educativo personalizado”, asegura Mercé Vidal-Flor, enfermera de Práctica Avanzada en Diabetes del Hospital Clínic de Barcelona. 

En el caso de las personas con diabetes tipo 1, esta creciente tecnologización forma parte ya sustancial del manejo de su enfermedad. Aunque todavía no hay tecnología que elimine por completo el automanejo por parte del paciente (y, por lo tanto, el refuerzo educativo sigue siendo imprescindible), “las nuevas tecnologías pueden ayudar a mejorar el control metabólico y la calidad de vida de estas personas”, explica esta especialista.

Son numerosas las tecnologías que están emergiendo y aplicándose en el manejo de la DM1, que van desde los SmartPen o bolis inteligentes, los diferentes sensores de glucosa tipo flash o a tiempo real y las bombas de insulina a los sistemas híbridos de comunicación bomba-sensor con capacidad de administrar o parar la administración de insulina según los objetivos de control y los valores de glucosa registrados por el sensor. Ante esta avalancha de nuevos recursos, “es fundamental valorar la motivación y aceptación del paciente para iniciar un nuevo dispositivo, acompañarle en el proceso de implementación y estar formado para aclararle sus dudas”, según aconseja Mercé Vidal-Flor, quien concluye que “la educación terapéutica en diabetes debe facilitar la implementación tecnológica cuando el paciente lo requiera”.